sábado, 29 de junio de 2019

El sordo de Bonn

Es interesante el tema de la sordera de Beethoven, el cual intriga a todos. La música no se compone, como vemos en las películas, buscando las notas en un piano: es "oída" en la mente del compositor con algo que los músicos denominamos "oído interno". 

El oído interno forma parte de la compleja coordinación ojo-oído-mano/voz que los músicos desarrollamos durante nuestros estudios. Vasili Ilich Safónov, profesor de piano de Scriabin y Rachmaninov, lo llamaba "el telégrafo entre el cerebro y la mano". En el caso de los intérpretes, es el reflejo aprendido mediante el cual los signos musicales leídos se transforman en movimientos corporales. Simplificado y aplicado al piano: el ojo ve la nota y automáticamente la mano toca la tecla. Entre ambas acciones, la música es oída en el cerebro ANTES de que el instrumento produzca el sonido. El arte de la interpretación se produce en este microsegundo. 

La primera etapa del aprendizaje de dicha habilidad consiste en OÍR la partitura al leerla, antes de tocarla. El ojo ve el dibujo musical y el cerebro lo traduce en sonido, reconoce que es una escala, un acorde, un arpegio, etc., y después de años de estudio se reconoce también la frecuencia: se OYE en el cerebro ANTES de tocar. Cuando se es ya profesional, el proceso deviene aún más complejo y se convierte en el arte de la interpretación musical.

Dicho arte consiste, no sólo en oír la partitura antes de tocarla, sino de decidir la manera particular en que uno transmitirá ese texto. Esto se diseña de antemano mirando la partitura, y se oye en la mente previo a cada frase de la interpretación. El paralelo más cercano lo encontramos en las artes escénicas: no todos los actores harán la misma interpretación de un texto dado, por ejemplo, del monólogo de Hamlet.

Es por esto que un intérprete es capaz de mirar una partitura y sin tocarla/cantarla saber si es una bella música o es técnicamente difícil. En el caso de nuestro querido Beethoven, y en general de los compositores, se produce el proceso inverso.

El compositor OYE EN SU MENTE su música, que es la combinación de la inspiración (la cual es inexplicable, misteriosa, divina,etc.) y el conocimiento previo del lenguaje musical, además de su técnica compositiva y sus referentes musicales y culturales. Luego lleva al papel lo que está oyendo, y el oído físico no tiene absolutamente nada que ver.

En el caso de Mozart, este telégrafo entre el cerebro y la pluma era muy fluido, y sus partituras autógrafas no tienen prácticamente ninguna tachadura, era como si simplemente tomara dictado de su mente. Beethoven tenía un poco más de dificultad en transcribir lo que oía en su mente sobre el papel, pero no a causa de su sordera.

Cuando Beethoven escribía la música que oía en su interior, al leerla la comparaba con lo que había oído antes en su cerebro, y se daba cuenta de que algunas veces no era exactamente lo mismo y la tachaba; sus partituras autógrafas están llenas de borrones. Y probablemente le haya sido tan difícil porque escribía música revolucionaria, que se alejaba del canon clásico, de Haydn y de Mozart.

¿En qué consistía dicha revolución? La manera de escribir clásica era un poco como una receta de cocina. Pongamos un ejemplo fácil de cómo una forma musical es una receta: las canciones pop actuales. Sabemos que todas tienen un estribillo o coro y estrofas en las que la música se mantiene igual (pero distinta al estribillo) y la letra cambia. En el período clásico (llamamos "clásica" a la música académica en general, pero en realidad el período clásico es el que corresponde en Europa a la primera mitad del s XIX y cuyos máximos representantes fueron Mozart y Haydn) la estructura se distribuye en grupos de compases que son múltiplos de 8. La forma musical por excelencia de este período es la sonata, cuando es interpretada por instrumentos solistas o grupos de cámara, y la sinfonía, que es una sonata para orquesta.

La forma sonata estaba muy bien definida cuando Beethoven entró en escena. Tiene básicamente tres partes: la exposición, el desarrollo y la reexposición. Aunque todas las sonatas suenan diferente, todas corresponden a este esquema. Ahí Beethoven tiró una bomba, a veces suprimiendo alguna de estas tres partes, o escribiendo una reexposición que no era necesariamente igual a la exposición, o sustituyendo alguna de las partes por otra forma musical completamente ajena.

Pero lo más revolucionario fue su lenguaje musical. Incluso en las sonatas de carácter más dramático (Mozart escribió sólo dos, cada una correspondiente a la muerte de cada uno de sus progenitores), la forma determinaba el lenguaje. Para Beethoven lo más importante era expresar las emociones humanas. La música de Beethoven no era música para la corte, no era escrita para entretener. A medida que su vida y su enfermedad avanzaba,la música que escribía se debía cada vez más a la Idea, al Hombre, y menos a la alta sociedad, a la Corte o a Dios. 

Representar las emociones en música requería otro lenguaje. Beethoven empezó por utilizar la forma sonata que tenía a su disposición. Le insufló un espíritu distinto, más trágico (como en las sonatas Patética y Apassionata). Luego la forma sonata empezó a quedarle pequeña, y, a pesar que siguió usándola hasta el final, la cambió de manera que al oído resulta irreconocible, como en el caso de las cinco últimas sonatas para piano o la Novena Sinfonía.

Beethoven no fue sordo de nacimiento, sino que sufrió de una enfermedad degenerativa, probablemente provocada por las palizas recibidas de su padre alcohólico cuando niño. Aquí pueden leer un artículo sobre esta dolencia suya. De joven era un pianista virtuoso, sociable y preferido de las damas. Dirigía sus propias obras, y vivía de la dirección y publicación de las mismas. Para la dirección de orquesta sí necesitaba de la audición, y por eso ocultó su condición al principio, para no perder oportunidades de trabajo. Recordemos que Beethoven no trabajaba para ninguna corte o noble: era un músico independiente, lo que ahora llamaríamos un freelance.  

A medida de que su condición empeoraba, también lo hacía su carácter y terminó aislándose. Hay un documento histórico que está disponible aquí, conocido como el Testamento de Heiligenstadt, que es una carta que le escribió a sus hermanos explicándoles desde el fondo de su alma, sobre el dolor moral de la pérdida de la audición y cómo esto cambió su vida para siempre:

"¡Ah! Como era posible que yo admitiera tal flaqueza en un sentido que en mí debiera ser más perfecto que en otros, un sentido que una vez poseí en la mas alta perfección, una perfección tal como pocos en mi profesión disfrutan o han disfrutado. Oh, no puedo hacerlo, entonces perdonadme cuando me veáis retirarme cuando yo me mezclaría con vosotros con agrado, mi desgracia es doblemente dolorosa porque forzosamente ocasiona que sea incomprendido, para mí no puede existir la alegría de la compañía humana, ni los refinados  diálogos, ni las mutuas confidencias, sólo me puedo mezclar con la sociedad un poco cuando las mas grandes necesidades me obligan a hacerlo. Debo vivir como un exilado; si me acerco a la gente un ardiente terror se apodera de mí, un miedo de que puedo estar en peligro de que mi condición sea descubierta. Así ha sido durante el año pasado que pasé en el campo, ordenado por mi inteligente medico a descansar mi oído tanto como fuera posible, en esto coincidiendo con mi natural disposición, aunque algunas veces quebré la regla, movido por mi instinto sociable, pero qué humillación cuando alguien se paraba a mi lado y escuchaba una flauta a la distancia, y yo no escuchaba nada, o alguien escuchaba cantar a un pastor, y yo otra vez no escuchaba nada. Estos incidentes me llevaron al borde de la desesperación: un poco más y hubiera puesto fin a mi vida. Sólo el arte me sostuvo, ah: me parecía imposible dejar el mundo hasta haber producido todo lo que yo sentía que estaba llamado a producir, y entonces soporté esta existencia miserable,verdaderamente miserable; una naturaleza corporal hipersensible a la que un cambio inesperado puede lanzar del mejor al peor estado(...)"

Y fue justamente en esta etapa horrible de su vida, cuando lo único que le quedaba era la música, que  Beethoven se elevó más allá de su época y de todas las épocas.


Escena de la película Immortal Beloved, con Gary Oldman en el papel de Beethoven, en donde se representa el momento de la vida real del estreno de la Novena Sinfonía

Artículo en inglés sobre el tema ¿Cómo pudo Beethoven componer siendo sordo?


Geraldina Mendez, 29 de Junio de 2019, para la iniciativa #beethovenparatodos en Twitter. Actualizado el 8 de Enero de 2020, para las iniciativas de Twitter #Beethoven2020 y #Beethoven250 en el 250 aniversario del nacimiento del Maestro.