El próximo martes 21 de octubre a las 19:30 en el Teatro Baralt de la ciudad de Maracaibo estrenaré unas obras de mi hermano el compositor venezolano Franklin Pire, a quien conocí en Ucrania, pues estudiamos en la misma época en el Conservatorio de Kíev (actual Academia Nacional de Música de Ucrania "P.I. Tchaikovsky). Y quién mejor que su maestra, la Prof. Dra. Maryna Denisenko para comentar sus obras. Les he traducido del ucraniano su extenso e interesante análisis de los tres ciclos que tendré el gran gusto de interpretar.
"Queridos
amigos, aquí tienen unas cuantas reflexiones acerca de la obra de Franklin Pire
"3 Preludios y Fugas" para piano.
El
ciclo desarrollado en tres partes (3 preludios y fugas) representa un
interesante ejemplo de creación polifónica pianística contemporánea. El mismo
está dedicado al maestro Gennady Lyashenko, reconocido compositor y pedagogo
ucraniano, con el cual en su momento estudió Polifonía en la Academia Nacional
de Ucrania (Conservatorio de Kíev) el autor de esta obra.
Dicha
obra es una muestra estilizada en el espíritu neobarroco y neoromántico, en la
cual se adivina la pasión del arte polifónico en la obra de F. Pire. Una
importante significación la tiene el movimiento cruzado del tema principal
desde el primer preludio menor con aire de Passacaglia hasta la conclusiva fuga
mayor sobre el mismo tema.
El
primer Preludio está escrito en forma de coral, que es tradicional para éste
género, y proporciona variaciones melódicas sobre el bajo, lo que demuestra el
autor en la subsiguiente Fuga No.1. Las modulaciones armónicas caprichosas
subrayan el carácter politonal y “borracho” del tema, y el uso en la fuga de
cuasi citas de la obra de Bach y de figuras retóricas de la época barroca se
refleja de forma ideal en el carácter improvisatorio de esta fuga. El flujo del
desarrollo polifónico cambia en el episodio contrastante de repetición de un
solo sonido el cual recuerda una improvisación violinística o inspira
asociaciones con las sonatas para violín solo de Bach o con la polifonía
instrumental de las obras para violín solo de Paganini. Prevalece el estado
“motto” de variaciones libres y el juego con entonaciones del tema en el
movimiento perpetuo de todas las voces.
El
segundo Preludio culmina una etapa determinada de tal movimiento y al mismo
tiempo representa el regreso al tema-imagen principal. Esta imagen es cercana a
la retórica de los últimos movimientos de muchos ciclos pianísticos de
compositores románticos (recordemos “Habla el poeta” de R. Schumann o el último
movimiento del “Álbum de niños” de P. I. Tchakovsky). Este regreso al género
coral, imagen principal de la obra, caracteriza la corta Fuga N. 2: es una
fuga-interludio en la que el movimiento pasa a un segundo plano, se manifiesta
más notoriamente el elemento folclórico y se subraya la naturaleza modal de la
armonía del tema principal.
El
preludio No 3 de nuevo llama la atención a la imagen base de la passacaglia,
pero aquí como Chacona. Hay variaciones de textura en la melodía, técnica
frecuente en la invención melódica. La Fuga No 3 desarrolla las “salpicaduras” de entonaciones, en las
cuales se adivinan elementos recitativos y de canción del Preludio No 2.
Un
carácter conclusivo retórico de “pathos” afirma el carácter mayor de la fuga lo
cual genera un contraste con la exposición inicial. Probablemente el autor
tenía en mente la solemnidad de una forma de ver el mundo optimista, la
creencia en un poderoso Creador, el cual se mantiene sin cambios ante las
peripecias cambiantes de nuestro mundo.
Valses
nobles y sentimentales de Franklin Pire. Esta obra para piano es una nostálgica
vuelta de F. Pire al género vals. Continúa la serie de ciclos de valses de
compositores de Europa occidental.
En
la búsqueda del ideal, como en los valses de Schubert, Chopin, Ravel en la obra
a la que hace alegoría el autor, se crea el camino del pensamiento musical:
comienza la obra con un por el momento indeterminado “recuerdo” del movimiento
valsístico, con sonidos aislados, fragmentos de entonaciones. Más tarde, en los
cambios de distintos estados de ánimo, se crea el boceto: un refinado dibujo
musical en forma valse. Particularmente, este caleidoscopio de la melodía
valseada, en diferentes texturas, de la red lacónica y transparente en tonos
meditativos a la pomposa polifonía festiva o el virtuoso movido ostinato,
contrastado con un movimiento acentuado asimétricamente crean los diferentes
límites de la imagen de la Belleza.
Tales
secuencias de imágenes motoras contrastantes (en las que el valse apenas se
adivina, como en la exposición final del tema en el Vals no 2), sin tomar en
cuenta la división concreta en movimientos, señalan una tendencia a la forma
cíclica cruzada (como en Schumann) en la cual se vuelven importantes las
variaciones del ritmo.
Otra
directriz de la obra es la música francesa. Sus medios musicales se cruzan con
el irrepetible colorido de las obras de Milhaud, Poulenc e Ibert, en el
espíritu de la música de salón y de teatro.
Hablando
del ciclo para piano de Franklin Pire “7 preludios” el cual pertenece a la
etapa temprana de su obra, más exactamente, representa una de las primeras,
según el autor, de sus obras independientes para piano, conviene comenzar
mencionando que durante el tiempo de su educación el joven Franklin recorrió un
complicado camino de asimilación de las bases de la música europea, y,
particularmente, de la música contemporánea. Eso se puede percibir en sus obras
tempranas. En ellas nos tropezamos con un complejo proceso de búsquedas de
estilo y particularmente de un estilo individual, proceso por el cual atraviesa
cada compositor joven. Desde el comienzo su creación contribuyó a la
determinación de ciertas características notorias que reflejan las obras de
Pire hasta el día de hoy, y son unas específicas alusiones a los estilos
neoclásico y neoromántico, la libre interpretación de las bases modales de la
armonía contemporánea, la prioridad del pensamiento polifónico, el delicado
colorido, concisa comprensibilidad y perfección de factura.
Particularmente
esta obra, los 7 preludios, es el eco de conocidos ciclos pianísticos de
compositores del s. XX (las Visiones Fugitivas de S. Prokófiev, el Ludus
Tonalis de P. Hindemith, los 24 preludios y fugas de D. Shostakóvich, algunas
obras de Benjamin Britten y otras). Tan larga enumeración habla principalmente
del bagaje profesional del joven autor, de su gusto y orientación estética, lo
cual es encomiable.
Una
segunda importante condición, desde mi punto de vista, que refleja el proceso
mismo de crecimiento artístico del autor es el que con el tiempo regresa a la
obra temprana, hace correcciones, aclaraciones, perfecciona la forma y
contenido del ciclo. Otro elogio a su constancia artística, la cual demuestra
su verdadera fidelidad a la música, la cual posiblemente fue originada en su
juventud durante sus estudios en la Facultad de Composición del Conservatorio
de Kíev en mi clase (Franklin Pire fue el primer graduando de la clase de M.
Denisenko en la especialidad de Composición).
Así,
pues, el primer Preludio es una composición tripartita con reexposición, a la
que caracteriza la fluidez de la textura melódico-armónica, de refinado y
simple modalismo armónico en contraposición de bases mayores-menores. El primer
episodio es una introducción polifónica, basada en el principio de la doble
tonalidad (cromática); la melódica posee un relieve plástico y se despliega
fácil y ligeramente. En el segundo episodio nos encontramos con un objetivo
complejo de modulaciones, desviaciones tonales, un tierno tema-recitado lleva a
la reexposición, ampliada a cuenta de una breve cadencia agregada. En su
totalidad, este Preludio constituye la exposición del ciclo y una particular
introducción al mundo de imágenes del autor.
El
segundo preludio es un período simple no repetido de 8 compases, la pieza más
pequeña del ciclo la cual se desarrolla en movimiento cruzado. La textura
polifónicamente densa subraya la intención del autor de recordar al oyente el
género Passacaglia, que es un eco de la obra de Shostakóvich, compositor en el
que este género poseía una semántica determinada, y específicamente
representaba el papel de conclusión, como en los preludios de C. Debussy, en
los cuales la textura polifónica se distribuía en capas determinadas y tenía
carácter colorístico.
El
Preludio No. 3 en Mi es la original primera culminación del ciclo. Hay que
señalar que la primera mitad del mismo está constituida por tempi lentos en una
fluida textura polifónica. Ésta es la exposición. Después de éste preludio hay
una fractura tanto en la relación de tempo como en la imagen artística. La
sección central está escrita sobre una armonía ostinato y con fórmula rítmica
de danza francesa-española, la cual en el siguiente episodio sufre un
significativo desarrollo de textura. Un punto importante lo representa el
episodio que lleva la atención de la esfera de Mi a Si Mayor. Esa superposición
dominante-tónica se encuentra también al final del preludio.
El
4to Preludio inicia la segunda mitad del ciclo; tiene el carácter de un
Scherzo: activo, movido. Probablemente sea una alusión a la rapidez de tempi de
Prokófiev, en cuyo estilo scherzoso son
importantes los cambios vivos, el entendimiento filosófico del autor de
complejas colisiones vitales. El carácter de Tocata se diluye en la diversidad
de episodios como en la armonía.
El
Preludio No. 5, Moderato, es una reflexión. Aquí se manifiesta claramente el
principio del bajo armónico ostinato (que recuerda el Preludio No. 3). Da un
efecto de campanadas, de dramatismo. La muy saturada textura polifónica
conserva el carácter tenso y el volumen orquestal u organístico. El episodio
central, Lento, en el estilo de las canciones populares americanas de cine, es
amplio y lírico con una melodía constantemente en despliegue. Esta es una de
las características de la imagen artística lírica del ciclo.
El
Preludio No 6 es un Adagio en el registro grave. El misterioso movimiento de
terceras que acompaña una melodía violoncellística, gradualmente modificándose
lleva a una textura intensa y tensa de tres capas, la cual con un violento
pasaje descendente abre el final del ciclo.
El
Preludio No. 7, Allegro molto, en un tempo muy rápido, continúa la fase de
“inquietud”. En el género Vals con una caprichosa base armónica ostinato en la
que suceden movimientos melódicos, por momentos posee una serie de episodios
difíciles para la interpretación.
Así,
pues, el ciclo de F. Pire “7 preludios” es un particular ejemplo de ciclo
pianístico de orientación lírico-dramática, una talentosa obra de un autor
joven que representa su original estilo.
Doctora
en Filosofía, profesora Maryna Denisenko"
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