miércoles, 15 de octubre de 2014

Franklin Pire: estrenos

El próximo martes 21 de octubre a las 19:30 en el Teatro Baralt de la ciudad de Maracaibo estrenaré unas obras de mi hermano el compositor venezolano Franklin Pire, a quien conocí en Ucrania, pues estudiamos en la misma época en el Conservatorio de Kíev (actual Academia Nacional de Música de Ucrania "P.I. Tchaikovsky). Y quién mejor que su maestra, la Prof. Dra. Maryna Denisenko para comentar sus obras. Les he traducido del ucraniano su extenso  e interesante análisis de los tres ciclos que tendré el gran gusto de interpretar.

"Queridos amigos, aquí tienen unas cuantas reflexiones acerca de la obra de Franklin Pire "3 Preludios y Fugas" para piano.
El ciclo desarrollado en tres partes (3 preludios y fugas) representa un interesante ejemplo de creación polifónica pianística contemporánea. El mismo está dedicado al maestro Gennady Lyashenko, reconocido compositor y pedagogo ucraniano, con el cual en su momento estudió Polifonía en la Academia Nacional de Ucrania (Conservatorio de Kíev) el autor de esta obra.
Dicha obra es una muestra estilizada en el espíritu neobarroco y neoromántico, en la cual se adivina la pasión del arte polifónico en la obra de F. Pire. Una importante significación la tiene el movimiento cruzado del tema principal desde el primer preludio menor con aire de Passacaglia hasta la conclusiva fuga mayor sobre el mismo tema.
El primer Preludio está escrito en forma de coral, que es tradicional para éste género, y proporciona variaciones melódicas sobre el bajo, lo que demuestra el autor en la subsiguiente Fuga No.1. Las modulaciones armónicas caprichosas subrayan el carácter politonal y “borracho” del tema, y el uso en la fuga de cuasi citas de la obra de Bach y de figuras retóricas de la época barroca se refleja de forma ideal en el carácter improvisatorio de esta fuga. El flujo del desarrollo polifónico cambia en el episodio contrastante de repetición de un solo sonido el cual recuerda una improvisación violinística o inspira asociaciones con las sonatas para violín solo de Bach o con la polifonía instrumental de las obras para violín solo de Paganini. Prevalece el estado “motto” de variaciones libres y el juego con entonaciones del tema en el movimiento perpetuo de todas las voces.
El segundo Preludio culmina una etapa determinada de tal movimiento y al mismo tiempo representa el regreso al tema-imagen principal. Esta imagen es cercana a la retórica de los últimos movimientos de muchos ciclos pianísticos de compositores románticos (recordemos “Habla el poeta” de R. Schumann o el último movimiento del “Álbum de niños” de P. I. Tchakovsky). Este regreso al género coral, imagen principal de la obra, caracteriza la corta Fuga N. 2: es una fuga-interludio en la que el movimiento pasa a un segundo plano, se manifiesta más notoriamente el elemento folclórico y se subraya la naturaleza modal de la armonía del tema principal.
El preludio No 3 de nuevo llama la atención a la imagen base de la passacaglia, pero aquí como Chacona. Hay variaciones de textura en la melodía, técnica frecuente en la invención melódica. La Fuga No 3 desarrolla  las “salpicaduras” de entonaciones, en las cuales se adivinan elementos recitativos y de canción del Preludio No 2.
Un carácter conclusivo retórico de “pathos” afirma el carácter mayor de la fuga lo cual genera un contraste con la exposición inicial. Probablemente el autor tenía en mente la solemnidad de una forma de ver el mundo optimista, la creencia en un poderoso Creador, el cual se mantiene sin cambios ante las peripecias cambiantes de nuestro mundo.

Valses nobles y sentimentales de Franklin Pire. Esta obra para piano es una nostálgica vuelta de F. Pire al género vals. Continúa la serie de ciclos de valses de compositores de Europa occidental.
En la búsqueda del ideal, como en los valses de Schubert, Chopin, Ravel en la obra a la que hace alegoría el autor, se crea el camino del pensamiento musical: comienza la obra con un por el momento indeterminado “recuerdo” del movimiento valsístico, con sonidos aislados, fragmentos de entonaciones. Más tarde, en los cambios de distintos estados de ánimo, se crea el boceto: un refinado dibujo musical en forma valse. Particularmente, este caleidoscopio de la melodía valseada, en diferentes texturas, de la red lacónica y transparente en tonos meditativos a la pomposa polifonía festiva o el virtuoso movido ostinato, contrastado con un movimiento acentuado asimétricamente crean los diferentes límites de la imagen de la Belleza.
Tales secuencias de imágenes motoras contrastantes (en las que el valse apenas se adivina, como en la exposición final del tema en el Vals no 2), sin tomar en cuenta la división concreta en movimientos, señalan una tendencia a la forma cíclica cruzada (como en Schumann) en la cual se vuelven importantes las variaciones del ritmo.
Otra directriz de la obra es la música francesa. Sus medios musicales se cruzan con el irrepetible colorido de las obras de Milhaud, Poulenc e Ibert, en el espíritu de la música de salón y de teatro.


Hablando del ciclo para piano de Franklin Pire “7 preludios” el cual pertenece a la etapa temprana de su obra, más exactamente, representa una de las primeras, según el autor, de sus obras independientes para piano, conviene comenzar mencionando que durante el tiempo de su educación el joven Franklin recorrió un complicado camino de asimilación de las bases de la música europea, y, particularmente, de la música contemporánea. Eso se puede percibir en sus obras tempranas. En ellas nos tropezamos con un complejo proceso de búsquedas de estilo y particularmente de un estilo individual, proceso por el cual atraviesa cada compositor joven. Desde el comienzo su creación contribuyó a la determinación de ciertas características notorias que reflejan las obras de Pire hasta el día de hoy, y son unas específicas alusiones a los estilos neoclásico y neoromántico, la libre interpretación de las bases modales de la armonía contemporánea, la prioridad del pensamiento polifónico, el delicado colorido, concisa comprensibilidad y perfección de factura.
Particularmente esta obra, los 7 preludios, es el eco de conocidos ciclos pianísticos de compositores del s. XX (las Visiones Fugitivas de S. Prokófiev, el Ludus Tonalis de P. Hindemith, los 24 preludios y fugas de D. Shostakóvich, algunas obras de Benjamin Britten y otras). Tan larga enumeración habla principalmente del bagaje profesional del joven autor, de su gusto y orientación estética, lo cual es encomiable.
Una segunda importante condición, desde mi punto de vista, que refleja el proceso mismo de crecimiento artístico del autor es el que con el tiempo regresa a la obra temprana, hace correcciones, aclaraciones, perfecciona la forma y contenido del ciclo. Otro elogio a su constancia artística, la cual demuestra su verdadera fidelidad a la música, la cual posiblemente fue originada en su juventud durante sus estudios en la Facultad de Composición del Conservatorio de Kíev en mi clase (Franklin Pire fue el primer graduando de la clase de M. Denisenko en la especialidad de Composición).
Así, pues, el primer Preludio es una composición tripartita con reexposición, a la que caracteriza la fluidez de la textura melódico-armónica, de refinado y simple modalismo armónico en contraposición de bases mayores-menores. El primer episodio es una introducción polifónica, basada en el principio de la doble tonalidad (cromática); la melódica posee un relieve plástico y se despliega fácil y ligeramente. En el segundo episodio nos encontramos con un objetivo complejo de modulaciones, desviaciones tonales, un tierno tema-recitado lleva a la reexposición, ampliada a cuenta de una breve cadencia agregada. En su totalidad, este Preludio constituye la exposición del ciclo y una particular introducción al mundo de imágenes del autor.
El segundo preludio es un período simple no repetido de 8 compases, la pieza más pequeña del ciclo la cual se desarrolla en movimiento cruzado. La textura polifónicamente densa subraya la intención del autor de recordar al oyente el género Passacaglia, que es un eco de la obra de Shostakóvich, compositor en el que este género poseía una semántica determinada, y específicamente representaba el papel de conclusión, como en los preludios de C. Debussy, en los cuales la textura polifónica se distribuía en capas determinadas y tenía carácter colorístico.
El Preludio No. 3 en Mi es la original primera culminación del ciclo. Hay que señalar que la primera mitad del mismo está constituida por tempi lentos en una fluida textura polifónica. Ésta es la exposición. Después de éste preludio hay una fractura tanto en la relación de tempo como en la imagen artística. La sección central está escrita sobre una armonía ostinato y con fórmula rítmica de danza francesa-española, la cual en el siguiente episodio sufre un significativo desarrollo de textura. Un punto importante lo representa el episodio que lleva la atención de la esfera de Mi a Si Mayor. Esa superposición dominante-tónica se encuentra también al final del preludio.
El 4to Preludio inicia la segunda mitad del ciclo; tiene el carácter de un Scherzo: activo, movido. Probablemente sea una alusión a la rapidez de tempi de Prokófiev, en cuyo estilo scherzoso  son importantes los cambios vivos, el entendimiento filosófico del autor de complejas colisiones vitales. El carácter de Tocata se diluye en la diversidad de episodios como en la armonía.
El Preludio No. 5, Moderato, es una reflexión. Aquí se manifiesta claramente el principio del bajo armónico ostinato (que recuerda el Preludio No. 3). Da un efecto de campanadas, de dramatismo. La muy saturada textura polifónica conserva el carácter tenso y el volumen orquestal u organístico. El episodio central, Lento, en el estilo de las canciones populares americanas de cine, es amplio y lírico con una melodía constantemente en despliegue. Esta es una de las características de la imagen artística lírica del ciclo.
El Preludio No 6 es un Adagio en el registro grave. El misterioso movimiento de terceras que acompaña una melodía violoncellística, gradualmente modificándose lleva a una textura intensa y tensa de tres capas, la cual con un violento pasaje descendente abre el final del ciclo.
El Preludio No. 7, Allegro molto, en un tempo muy rápido, continúa la fase de “inquietud”. En el género Vals con una caprichosa base armónica ostinato en la que suceden movimientos melódicos, por momentos posee una serie de episodios difíciles para la interpretación.
Así, pues, el ciclo de F. Pire “7 preludios” es un particular ejemplo de ciclo pianístico de orientación lírico-dramática, una talentosa obra de un autor joven que representa su original estilo.

Doctora en Filosofía, profesora Maryna Denisenko"


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